Compilado por G.Islas
A mediados de 1881, el
sheriff Pat Garrett mató en la pequeña localidad de Fort Summer al célebre
forajido Billy the kid, que fue enterrado en el pequeño cementerio de la
ciudad. Algunos años después,
la tumba fue abierta por mandato judicial y se descubrió que al cadáver le
faltaba la cabeza. Esto
aumentó la leyenda que ya circulaba sobre la vida y las andanzas de aquel
célebre bandido adolescente.
William Boney, más conocido como Billy the kid , había nacido en Nueva
York, el año 1859, hijo de
emigrantes irlandeses. Aún muy pequeño, marchó con su familia al territorio
de Nuevo México, donde
creció en un ambiente mexicano, hablando, por cierto, en español. A los
doce años tuvo su primer
tropiezo con la ley, al matar a cuchilladas a un hombre que estaba
agrediendo a un amigo. Obligado a huir
de la justicia, llegó a México, donde comenzó a forjar su fama como
integrante de la banda de cuatreros
de Jesse Evans. Denunciado por un periódico, tuvo que huir de nuevo,
reapareciendo en el valle de
Lincoln, donde se alistó en un ejército de matones que participaba en una
guerra entre dos facciones
enemigas. Derrotado su bando, continuó su vida de forajido, hasta que un
nuevo gobernador, llamado
Lewis Wallace (1827-1905) —más conocido en el mundo literario por haber
escrito años después la
famosa novela Ben-Hur—, dictó una amnistía general. Billy se entregó a la
justicia con la esperanza de
poder cambiar de vida, pero fue encarcelado bajo la acusación de asesinato.
Logró huir de la prisión
antes de ser ejecutado y continuó su vida de bandolero y cuatrero. En
diciembre de 1880, el sheriff Pat
Garrett le tendió una trampa, capturándole. Condenado a muerte en abril del
año siguiente, se escapó de
nuevo ese mismo mes,
asesinando a sus dos guardianes. Oculto en Fort Summer, Garrett dio con él,
matándole a traición
amparado en la noche. A pesar de esta intensísima peripecia, al morir, Billy the
kid
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Billy the kid |
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Sheriff Pat Garrett |
Fiodor Dostoievski (1821-1881) nació en el manicomio en
que su padre trabajaba de médico. En su infancia vivió, pues, en permanente
contacto con los enfermos mentales, lo que marcaría su vida e impregnaría toda
su obra literaria con una fructífera vocación por la introspección psicológica de sus personajes.
Además, hubo de convivir durante toda su vida con la pobreza y las
enfermedades. La epilepsia y los
continuos problemas familiares influyeron en su atormentada literatura. Para
colmo, cuando era un escritor muy famoso
fué condenado a muerte
por sus ideas revolucionarias, aunque en el último momento esta condena fue
conmutada por los trabajos forzados y el destierro en Siberia
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Fiodor Dostoievski, escritor de "crimen y castigo" |
La imagen histórica de eterno vencedor que se aplica a
Napoleón Bonaparte (1769-1821), al menos
hasta su derrota final, ha de ser contrastada con los
múltiples problemas de salud que arrastró. Al
parecer, además de ser vencido en Waterloo, hubo de
soportar la derrota mientras luchaba contra las
hemorroides, llegándose a especular que esta dolencia fue
una de las razones principales de su derrota,
ya que le impedía montar a caballo, lo que, a su vez, no
le permitió tener un conocimiento exacto de la
marcha de la batalla. También sufrió al parecer de estreñimiento
crónico durante toda su vida. Y eso que
era un comedor frugal, de lo que da muestra, por ejemplo,
que su plato favorito fueran las papas
hervidas con cebolla. Asimismo, sufría un miedo visceral,
de carácter fóbico, hacia los gatos. Para
algunos historiadores, parece seguro que también contrajo
la sífilis. En fin, según estudios recientes
realizados sobre su esqueleto, parece muy verosímil que
muriese envenenado. Tal vez tantos males y
achaques hicieron de Napoleón un hombre precavido. Y
quizás por eso, en mayo de 1813, firmó una
póliza de seguro por valor equivalente a 10 millones de francos
de la época, cubriendo la eventualidad
de que muriese en batalla o fuese hecho prisionero. La
prima que tuvo que pagar fue de tres libras para un
seguro válido tan sólo para un mes. Sin embargo, frente a
esa existencia tan Ilena de achaques, su
inmortalidad goza de una muy buena salud, si se puede decir así.
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Napoleon Bonaparte |
Al morir
en 1805, a los 47 años en la batalla de Trafalgar, Horatio Nelson (1758-1805)
—que, por cierto,
aunque ha pasado a
la historia como el Almirante Nelson, nunca obtuvo ese grado, sino sólo
el de
vicealmirante—,
había sufrido la malaria en sus viajes por las Indias Orientales y
Occidentales, había
perdido un ojo
mientras luchaba en Córcega y su brazo derecho en Tenerife. No es de extrañar,
a la vista
de ello, que, según
cuentan los cronistas, el supersticioso Nelson, antes de entablar la batalla de
Trafalgar
clavara una
herradura de la suerte en el mástil de su nave almirante, la Victory. Lo
cierto fue que tal vez
esta herradura
trajo muy buena suerte a Gran Bretaña, cuya victoria en Trafalgar detuvo para
siempre
los planes
invasores de Napoleón, pero no impidió que Nelson muriese en la batalla.
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Almirante Horacio Nelson |
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